EL PAISAJE DE TU CUERPO
Noches calientes de estío
que invitan a pasear,
alterando los sentidos
sin dejarnos descansar.
Luna llena que ilumina
el campo cual blanco broche,
cuerpo desnudo que incita
a disfrutar de la noche.
Es el viento que no amaina
el que erosiona los suelos,
como tu piel la desgasta
el vendaval de mis besos.
El horizonte, a lo lejos,
con sus reflejos plateados,
como curvas de tu cuerpo
que en el suelo se ha tumbado.
Yo paseo por tu tierra
inventándome senderos
y recorro las veredas
que nunca se descubrieron.
Voy a abrir todas tus puertas
y a conseguir tu tesoro,
como un ladrón que te acecha
queriendo llevarse tu oro.
Prados y pastos en flor
que tapizan todo el suelo,
con perfume embriagador
de tu piel de terciopelo.
El mar te besa en tus playas,
y te acarician sus olas,
y arrastra a tu blanca cara
sus dientes de caracola.
De agua negra son dos pozos,
espejos de aguas tranquilas,
como dos preciosos ojos
reflejando a quien los mira.
Largos campos de cultivo
cuajados de rojas fresas,
como tus labios divinos
que son dulces cuando besas.
Los montes siempre se nublan
con el pudor de la niebla,
y el día en que se desnudan
muestran toda su belleza.
Son volcanes como pechos
tallados de piedra dura,
que custodian dentro el fuego
de tu amor y tu ternura.
Cuando las ardientes magmas
no encuentran ya su salida,
los volcanes suben, bajan,
y parece que respiran.
Siempre que el fuerte calor
amenaza su erupción,
yo alivio con el frescor
de mis labios su pasión.
Entonces ellos se yerguen
como dos torres altivas,
y palpitan y se mueven
como si estuvieran vivas.
Son poderosas montañas,
en su interior tan ardientes,
y por fuera puras, blancas,
cumbres cubiertas de nieve.
Hay dos largas cordilleras
como piernas extendidas;
se juntan en la maleza
ocultada y escondida.
Selva de sensual follaje
y de intrincada conquista,
de maraña exuberante
que custodia algún enigma.
Un ave vuela y disfruta
de ese precioso paisaje,
buscando, desde la altura,
un lugar donde posarse.
Quiero bañarme en tu pozo,
forzar sus puertas estrechas
y disfrutar así el gozo
de tus moradas secretas.
Despertarme cada día
con el sol de tu mirada
y en el ocaso acostarme
bajo tu noche estrellada.
Vivir siempre en tu paisaje,
acurrucado en tu seno,
siendo de tu cuerpo amante
y habitante de tu cuerpo.
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© Manuel de Churruca y García de Fuentes
COMENTARIO DEL AUTOR:
Son frecuentes las poesías en las que se habla del cuerpo femenino, del cuerpo de la mumer amada, comparándolo con elementos de la Naturaleza, utilizando metáformas del estilo "sus pechos son dos montañas".
En esta poesía, yo he querido hacer lo contrario, esto es, no describir un cuerpo con referencias al paisaje, sino describir un paisaje cuyos elementos todos me recuerdan la figura de la amada.