EL PESCADOR
Aquel hombre de negocios
de su trabajo escapaba
y buscaba para su ocio
una solitaria playa.
Allí, de forma sencilla,
pasaba sus vacaciones,
en su cabaña tranquila,
lejos de preocupaciones.
Navegaba con su lancha,
marisco fresco comía,
los pescados a la plancha
y fruta recién cogida.
Palmeras y cocoteros,
arena blanca y dorada,
atardeceres de ensueño,
una vida regalada.
Los baños en alta mar,
aguas claras, cristalinas, …
¡se podía imaginar
las sirenas saltarinas!
Todo era felicidad
en el bello pueblecito,
reposo y tranquilidad,
un paraíso perdido.
Un día el hombre encontró
en el mismo embarcadero
a un sencillo pescador
en un barquito de remos.
Conversaron un montón
y se hicieron muy amigos,
y aquella conversación
a diario han repetido.
El pescador le contaba
su vida tan placentera,
trabajando con su barca,
tan pequeña y marinera.
Con ella, en muy poco tiempo,
muchos peces capturaba,
y suficiente dinero
para sus gastos ganaba.
Y así el resto de su tiempo
con su familia pasaba,
paseando por el pueblo
con sus amigos charlaba.
No solía madrugar,
pues no lo necesitaba,
y al regresar de pescar
su buena siesta se echaba.
Pero el hombre de ciudad
le propuso algunos planes
y el beneficio aumentar
de forma considerable:
- “Puedes más tiempo pescar
y conseguir más pescado,
con el dinero comprar
un barco de más calado.
Con beneficios ahorrados
otro barco conseguir,
y seguir así aumentando
y en una flota invertir.
Y después todo el pescado
directamente vender,
controlando los mercados
y no dejar de crecer.
El tiempo que así tu gastes
producirá un capital,
pero tendrás que mudarte
a alguna enorme ciudad
para poder controlar
tu flotilla de pesqueros,
todo el proceso industrial
y el negocio conservero”.
El pescador ha escuchado
en silencio y pensativo,
y al final ha preguntado
otra cuestión a su amigo:
- “¿Y cuánto puedo tardar
en conseguir todo eso?”.
El amigo, al contestar,
le hace un cálculo del tiempo:
- “Unos veinte o treinta años
yo calculo en el proceso.
Y con buenos resultados
es posible que algo menos”.
- “¿Pero qué haré yo después?”,
le pregunta el pescador.
- “Pues, después de envejecer,
ahora viene lo mejor.
Tu empresa tu venderás
con enormes plusvalías,
y millones ganarás,
en Bolsa, en un solo día.
Así te retirarás
de trabajar para siempre,
y millonario serás,
con un patrimonio ingente”.
- “¿Y por qué tanto trabajo?”,
le repite el pescador.
- “Porque así podrás dejarlo
y vivir mucho mejor.
Retirarte a algún pueblito
de algún tranquilo lugar,
comprarte un yate bonito
y navegar y pescar.
Disfrutar de tu familia,
conversar y pasear,
vivir sin ninguna envidia,
comer, dormir, sestear, ...”
El pescador le ha mirado
con un gesto de extrañeza,
y al final le ha contestado
con la mayor agudeza:
- “¿Por qué tanto trabajar
por conseguir lo que tengo?
No deseo nada más
pues mi vida es … como quiero”.
Moraleja:
¿Será un error, en verdad,
el complicarse la vida
cuando la felicidad
está en las cosas sencillas?
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© Manuel de Churruca y García de Fuentes