LA APUESTA
Era un hombre que creía
ser más listo que las damas.
Y esta apuesta dirigía
a una amiga de gran fama:
- “Haremos unas preguntas
de cierta dificultad,
por comprobar la cultura
que cada uno tendrá.
Una pregunta le haré
para que usted la conteste,
si no la responde bien
me dará sólo un billete.
Y otra pregunta me hará
que tengo que responder
y si no se contestar
cien billetes le daré.
¿Puede decir, culta dama,
cuya amistad tanto aprecio,
cómo en verdad se le llama
al ano del paramecio?”
La dama arruga la frente,
no conoce la respuesta.
Al pronto, saca un billete,
al caballero lo entrega.
Y luego, sin más palabras,
le pregunta al caballero:
- “Sabe usted qué cosa extraña
tiene tres patas primero,
y luego cinco le salen,
y cambiando de color
nadie se atreve a nombrarle
y no tiene corazón?”.
El hombre por fin se calla
e inicia su reflexión:
“¿Será una clase de araña
o es algún camaleón?”
Pide más tiempo a la dama
para pensar su respuesta
y quedan para mañana
por resolver la contienda.
El hombre, al día siguiente,
a la dama le ha entregado
un fajo de cien billetes
con que su deuda ha saldado.
La bella dama sonríe,
se despide con agrado
y el caballero le dice
con cierto gesto de enfado:
- “Amiga, yo le he pagado …
¿Puede decir la respuesta
que esta noche ha desvelado
a mi sueño y mi paciencia?”.
La dama sigue sonriendo
con una mueca burlesca
y otro billete se saca
del fondo de su cartera
y lo entrega al caballero
que mientras tanto la observa
mesándose los cabellos
y con la boca muy abierta.
Moraleja.
No desprecies las mujeres
ni te creas superior,
que casi todas las veces
ellas responden mejor.
Para los más aplicados,
para que ganen prestigio,
de aquel paramecio su ano
se le llama “citopigio”.
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© Manuel de Churruca y García de Fuentes