LOS NIÑOS DEL CIELO
(Dedicada a mis amigos
Enrique Jiménez y Ángela León.)
La niña ya se ha dormido,
la niña ya no respira,
sobre su boca reseca
se ha posado una sonrisa.
Ya no hay rubor en su rostro,
ya no siente los dolores,
se ha marchitado la flor,
la más bella entre las flores.
La carita que besamos
tantas veces en su vida
se le ha quedado muy blanca,
parece como dormida.
¡Cuánto pavor en la Muerte!
¡Cuánta inocencia en mi niña!
¿Cómo es posible que se unan
cosas que son tan distintas?
Ahora a mí me gustaría
haber jugado con ella
cuando a veces lo pedía,
y haber volado cometas.
Haber cogido su mano
apretándola con fuerza
al pasearnos de noche
contando miles de estrellas.
Haber cantado y reído
recitando poesías,
y haberle dicho más veces
todo lo que la quería.
Haber rezado con ella
en su cama, por las noches,
y haberle contado cuentos
para ahuyentar sus temores.
Entonces … yo le pregunto
al Dios que a todos nos ama:
"¿Por qué se llevó a mi niña?
¿Por qué desgarraste mi alma?
Me secaste el corazón,
me hiciste un daño tan grande
que he perdido la razón,
no se ni cómo aguantarme.
¿Cómo, Dios, has permitido
se pierda mi niña buena?
Ella de día ha partido
y se perdió en las tinieblas.
¿Ella algún mal cometió?
¿A quién castigas con esto?
¿Cómo es que el Dios del amor
permite tal desconsuelo?"
De pronto, casi me asusto,
al fondo de mi interior
escucho un rumor profundo
que disipa mi dolor:
"Ella en verdad no se ha muerto,
ella está sólo dormida,
que se ha venido a esperarte
cuando se acabe tu vida.
Cristiano, no desesperes,
aprovecha bien tu vida,
que en realidad no comprendes
de las razones divinas.
Recuerda que Cristo dijo:
"Dejad se acerquen a mí."
Está con Dios y su Hijo,
ellos cuidarán de ti.
Porque nunca gran pecado
pudo manchar su alma pura,
ella ya se ha transformado
en la perfecta hermosura."
A mis hijos con susurro,
yo les digo de su hermana,
poniendo un dedo en mi boca
y señalando su cama:
"No gritéis fuerte, hijos míos,
que despertáis a la hermana,
que cuatro angelitos blancos
han bajado a por su alma.
Son blancos de nieve pura
los que a la niña acompañan,
y con una gran dulzura
cogen sus manitas blancas."
Un cuadro sobre la cama
nos muestra a Nuestra Señora,
y le han salido unas manchas
que parece que ésta llora.
Ella vio morir a su Hijo,
ella entiende tu tristeza,
porque una espada de pena
su corazón atraviesa.
Cuando una especial belleza
a ti te deja asombrado,
lo hacen los niños del cielo,
que juegan a hacer regalos.
Cuando te quedas dormido
contemplando las estrellas,
cuando sin saber por qué
te ocurren las cosas buenas.
Cuando observas el arco iris
vestido como las flores,
y lo cuentas y recuentas
por distinguir sus colores.
Cuando te lloran los ojos
contemplando atardeceres,
cuando sólo, por la noche,
la luna llena aparece.
Cuando el espejo del mar
refleja colores vivos,
azules, blancos, rosados,
rojos, verdes y amarillos,
mezclados en la paleta
de algún pintor celestial,
que te conmueven por dentro
hasta que te hacen llorar.
Cuando un estremecimiento
te atraviesa parte a parte
al oír palabras bellas
o al mirar una obra de arte.
Cuando un día te sorprenden
los más distintos olores,
el mar, la tierra mojada
o el perfume de las flores.
Cuando una canción escuchas
y sonríes y la sientes,
cuando en medio de la lucha
la mano abierta te tienden.
Cuando estás desesperado
y una persona te mira,
y con el mayor agrado
te dedica una sonrisa.
Cuando una mano querida
te acaricia los cabellos,
y sólo sentir su roce
te transporta hasta los cielos.
Todos estos son regalos
de los niños de los cielos,
que de Dios son mas queridos
que los ángeles eternos.
Les gustan mucho las bromas,
son niños, siguen jugando,
no se paran ni un minuto,
algo estarán inventando.
Cuando en medio de la noche
ves una estrella fugaz,
cuando aparece una cosa
que ha cambiado de lugar.
Cuando nunca ves a nadie,
pero sientes que te observan,
cuando anochece deprisa
y unas sombras te rodean.
Cuando has cerrado la puerta
y la ves de nuevo abierta,
cuando alguna hojita muerta
te ha caído en la cabeza.
Son los niños de los cielos
que juegan a travesuras,
y a sus personas queridas
sorprenden con mil diabluras.
Si recorren por tu espalda
algunos escalofríos
o sientes pasar un ángel
o sientes calor o frío
o en la noche te despiertas
y te quedas sorprendido
o sientes que alguien se encuentra
pegado a ti, como unido, …
¡Allí estará tu pequeña,
niña querida del cielo,
velando por ambos padres
y vigilando su sueño!
No temáis, que ella se encuentra,
en presencia de su Dios,
que por ser también su Padre
la quiere con devoción.
¡Pronto cortaste, Señor,
estas pequeñas espigas!
¡Sin conocer tu razón
pusiste fin a sus vidas!
Niños benditos del cielo,
entre todos preferidos
para darle gloria a Dios
y para ser más queridos.
Resignación de los padres
convertida en alegría
y en esperanza de vernos
reunidos en la otra vida.
Dios quiera que mis amigos
encuentren cierto consuelo,
y permanezcan unidos ...
¡su niña ya está en el Cielo!
-----oooOooo-----
© Manuel de Churruca y García de Fuentes