“PAPITO”
Papá es mi mejor amigo,
es el que siempre me ayuda,
me cuenta cuentos bonitos
y responde a mis preguntas.
Yo tengo un abecedario
y mi padre me lo ordena,
en la mesa del despacho
me explica letra por letra.
Con unas cuantas monedas
me ha enseñado a hacer las sumas,
y al final, mi recompensa,
es quedarme con alguna.
Me ata muy bien los cordones
de mis zapatillas malvas,
con dos nudos que son dobles
y que nunca se desatan.
Papá me vistió una vez
y después de muchas vueltas
puso mi falda al revés
y las hebillas abiertas.
Me quiso quitar la goma
que me sujetaba el pelo,
me arrancó media cabeza
y me peinó a contrapelo.
También desata los nudos
de la cinta de mi falda,
que se hacen nudos tozudos
y yo no puedo soltarla.
Al parchís hemos jugado
y no me come las fichas,
haciéndose el despistado
por no ganar la partida.
Recuerdo cómo corría
detrás de mi bicicleta,
sudando con su barriga
para que no me cayera.
Sin una sola caída
consiguió que yo aprendiera
y entre todas mis amigas
yo lo hiciera la primera.
Me sujeta por las manos
y me da cien volteretas.
Cuanto más yo voy pesando,
más trabajito le cuesta.
Siempre arregla mis muñecas:
les pone brazos y piernas,
les encaja las cabezas
y se quedan como nuevas.
Mi perrita se perdió
y yo sin parar lloraba,
mi padre también lloró
y luego me consolaba.
Pero llegó mi alegría,
compraron otro cachorro
que nos hace compañía
y cuido como un tesoro.
Un día fuimos al campo
y yo me clavé una astilla,
mi padre me la ha sacado
con sus uñas como pinzas.
Nos fabricó una cabaña
en el jardín de mi abuela,
hecha de palos y ramas
atadas con muchas cuerdas.
Mi padre trajo de un viaje
mi muñeca hawaiana,
que daba vueltas y vueltas
y bailaba la lambada.
Yo le hago muchas preguntas,
mi padre lo sabe todo.
¿Por qué corta un sacapuntas?
¿Por qué zumba el abejorro?
La nieve … ¿por qué es tan blanca?
¿Por qué tiene ese color?
¿Por qué la mar es salada?
¿Y por qué huele una flor?
A veces al preguntar
no me da contestación …
“que ya me lo explicará
cuando yo sea mayor.”
El diecinueve de marzo
le he regalado un dibujo
de un corazón encarnado
que dice: “Te quiero mucho”.
Cuando tengo mucho frío
mi padre me coge en brazos,
me arropa con el abrigo
y me calienta su abrazo.
El beso que yo prefiero
es el que yo no le pido,
se acerca … dice “te quiero”,
y me besa muy suavito.
Me ha enseñado poesías
que le recitó su madre,
historias de la familia
y aventuras de su padre.
Cuando tengo mucho miedo
yo me meto entre sus brazos,
como si fuera un polluelo
me refugio en su regazo.
Yo presumo de mi padre
delante de mis amigas
cuando él acude a buscarme,
al colegio cada día.
Cuando vamos a la feria
se monta papá conmigo,
y damos miles de vueltas
en todos los cacharritos.
Le entran sudores muy fríos,
su cara se pone blanca,
y sólo quiere volverse
para acostarse en su cama.
Me ha enseñado a disparar
con carabinas torcidas,
corrigiendo al apuntar
a palillos y bolitas,
y así ganar los tesoros
que custodia la gitana:
muñequitos luminosos,
llaveros, dulces y chapas.
Cuando vamos de paseo
me agoto y subo mis brazos,
mi padre me alza en su cuello,
y ocupo el trono más alto.
Se parece al “buen pastor”
que ha encontrado a su ovejita,
desde allí yo veo el campo,
las cosas son más bonitas.
Por las noches, en mi cama,
mi padre reza conmigo,
y luego me cuenta un cuento
de mi libro preferido.
Algunas veces se inventa
cuentos de bellas princesas,
que lo mismo siempre empiezan
pero acaban con sorpresa.
Y luego al final del día
me da los últimos besos,
me pone la luz flojita
y me susurra un “te quiero”.
Por todo lo que he contado
sin mi padre yo me muero,
“papito” yo le he llamado
y le he dicho … ¡que le quiero!
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© Manuel de Churruca y García de Fuentes