FABULA DE LA TINTA ENVENENADA
Un viejo monje inventó
una tinta envenenada,
y sus libros escribió
con mortal y oculta trampa.
Así si un infausto día
devoraban los insectos
su bella caligrafía …
¡al instante fueran muertos!
Moraleja:
Hoy también existen libros
con letras envenenadas,
que manipulan sin tino
y que corrompen las almas.
Y diarios de noticias
que confunden al lector
con patrañas y mentiras
que envenenan sin dolor.
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© Manuel de Churruca y García de Fuentes