LA CASITA DE COSTABELLA
Paseando por la playa
que llaman de Costabella
me enamoré de una casa
que estaba junto a la arena.
Cuando por allí pasaba
tranquilo, pisando el mar,
se volvía mi mirada
hacia la casa ideal.
Sentado en cómoda hamaca,
su cabeza protegida
con un sombrero de paja,
un anciano yo veía
como un rey, en su terraza,
disfrutando de la vista
de extrajeras soleadas
y ligeras señoritas.
Con tiempo y mucho dinero
compré la casa soñada,
y ahora bajo el sombrero
y sentado en la butaca,
soy yo quien observo y miro
cómo la vida se pasa
mientras que juegan los niños
con sus cubos y sus palas,
y las niñas son princesas
o sirenas encantadas,
y las olas nunca cesan,
siempre vuelven a la playa.
¿Cuánto tiempo pasará,
me pregunto en mi sillón,
que otro hombre me mirará
como en tiempos miré yo?
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© Manuel de Churruca y García de Fuentes