LA DERROTA
La derrota vuelve a casa
cabizbaja y abatida,
confundida y humillada,
desalentada y vencida.
El camino de regreso
le parece cuesta arriba,
cada zancada un esfuerzo,
cada paso una agonía.
Por no pronunciar palabra
va por sendas escondidas,
va esquivando las miradas
de los pocos que le miran.
Cuando partió a la batalla,
esplendor y gallardía,
todos le vitoreaban
en su alegre despedida.
Las banderas y estandartes
ondeaban con el viento,
sonaban marchas triunfales
y gritos de ardor guerrero.
Mas ahora vuelve sola,
nadie comparte el camino,
porque nunca la derrota
puede tener ni un amigo.
Todos niegan conocerla,
dicen que nunca la han visto,
y si hubiera que acogerla
será en casa del vecino.
Va con los pies arrastrando,
mirada triste y cansada,
aspecto desaseado
y la ropa desgarrada.
Al final llegó a su casa
y no la reconocieron,
su padre negó la entrada
y le azuzaron los perros.
Por eso se dice siempre
que huérfana es la derrota,
que nadie cerca la quiere
y que vaga siempre sola.
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© Manuel de Churruca y García de Fuentes