LAS FLORES SECAS
Vivía la vieja dama
encerrada en su salón,
los recuerdos custodiaba
de una historia de traición.
Ella que fue rosa fresca,
de los hombres deseada,
todos querían tenerla,
todos quisieron amarla.
Mas la rosa se entregó
a un mal hombre sin entrañas.
Le hizo perder la razón
como loca enamorada.
Luego la gran decepción
de aquel hombre al engañarla.
Todo su amor se secó
como una flor arrancada.
Cuando su amante anidó
en lecho de otra mujer,
dos flores ella encerró
en la cárcel de papel.
Era un libro que adoraba
de poesías de amor,
una flor era su alma,
la otra su corazón.
Ya sólo surcan su cara
las arrugas del dolor,
por la historia desgraciada
de su infortunado amor.
Flores frescas y galanas
hoy sólo son secas flores
dentro de un libro prensadas
entre poemas de amores.
Su color ya se ha perdido,
su perfume se apagó,
por el tiempo y el olvido,
la pena y el desamor.
Un niño las encontró
y rompió las secas flores,
y el viento las esparció
en todas las direcciones.
Hoy sólo queda una huella,
como anónimo testigo,
del gran amor que tuvo ella,
entre las hojas de un libro.
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© Manuel de Churruca y García de Fuentes