LOS DOS GATITOS
La gata parda parió
dos gatitos diferentes,
uno negro cual carbón,
otro blanco como nieve.
Empezaron a cazar,
su madre los fue adiestrando,
ratones en la ciudad,
pajarillos en el campo.
Con mucha facilidad
el gato negro cazaba,
como una sombra fatal
casi nada se escapaba.
Más el pobre gato blanco
nunca pudo cazar nada,
cuando se estaba acercando
su pelo lo delataba.
Así se puso el negrito
grande, fuerte y muy lustroso,
y entre todos los gatitos
era el más bello y vistoso,
mientras su pobre hermanito
se quedó pequeño y flaco …
¡Estaba tan delgadito!
¡Parecía medio gato!
Su estrella pronto cambió
y dejó de padecer,
pues una niña lo vio
y le dio pena de él.
La pequeña lo adoptó
y le empezó a alimentar,
sus fuerzas recuperó,
se hizo el rey de aquel hogar.
Como una bolita blanca
todo el día sesteaba,
con un cascabel de plata
que en su cuello le colgaba.
Un día por la ventana
vio un gato negro pasando
y al punto se percataba
de que era su propio hermano.
Esa noche de alegría
hubo una fiesta gatuna,
todos comiendo sardinas,
todos maullando a la luna.
Y la lección de este cuento:
Todos somos muy distintos,
unos blancos y otros negros,
unos grandes y otros chicos.
Cada uno ha de descubrir
su valor o habilidad,
que le permita vivir
y encontrar su utilidad.
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© Manuel de Churruca y García de Fuentes