RECUERDOS DE MELILLA
No me digáis que Melilla
no forma parte de España,
como Madrid o Sevilla,
como Coruña o Granada.
Hermanas grandes o chicas,
la Patria la forman todas,
pero Melilla es la niña
de la familia española.
Si a una madre le preguntas
cuál es su hija más querida,
con sentimiento y ternura
te dirá que la más chica,
porque siempre es más amada
y es su niña preferida
la que se encuentra lejana,
la que más le necesita.
Melilla en la lejanía,
tan lejana y tan cercana,
como una niña querida
que vive lejos de casa.
Son los hijos de Melilla,
los que viven lejos de ella,
que avatares de la vida
condujeron a otras tierras,
los que con ella más sueñan,
los que más la echan de menos,
y los que más se consuelan
esperando su regreso.
Moros, cristianos, judíos,
los hijos de nuestra tierra,
que todos lloran lo mismo
cuando están tan lejos de ella.
Por pequeña y entrañable,
por alegre y animada,
por humana y tolerante,
por diferente y variada.
Melilla detrás del mar,
a muchas horas de viaje.
¡Yo quisiera regresar
para volver a abrazarte!
Su Puerto ha sido testigo
de un millón de despedidas,
de viajeros que han partido
sin saber si volverían.
También ha visto el regreso
de las personas queridas,
emotivos reencuentros
que hacen llorar de alegría.
De golpe, todo es recuerdo ...
las playas que besa el mar,
las viejas piedras del Pueblo,
los barrios de mi ciudad.
En su corazón el Parque,
coronado de palmeras,
explosiones vegetales
de exuberante belleza.
Edificios modernistas,
las mezquitas musulmanas,
las sinagogas judías
y las iglesias cristianas.
Ciudad que es azul y blanca,
de gente buena y honrada,
que luchan cada mañana
para poder mejorarla.
Crisol que funde lo bueno
de diferentes culturas,
que trabajan sin desvelo
por una ciudad futura.
Mosaico de sensaciones,
de colores diferentes,
de sabores y de olores
de levante y de poniente.
Melilla que une dos mundos
siendo una parte de España,
pues descansa con orgullo
en esa tierra africana.
Asombro de visitantes
que dicen cuando se van:
- “¡Qué fácil enamorarse
de tan hermosa ciudad!”
Azul es nuestra bandera,
lo mismo que nuestro cielo,
como el mar que nos rodea
con su azulado reflejo.
Yo te llevo cada día
retenida en mi mirada,
y conservo tu alegría
en mi corazón guardada.
Son recuerdos de Melilla
tras muchos mares de plata ...
¡Quién pudiera cada día
mirarte por la ventana!
¡Allí seguirá Melilla,
europea y africana,
como puente de alegría,
adelantada de España!
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© Manuel de Churruca y García de Fuentes