SILENCIO

 

Yo me acerqué hasta la mar

para poder relajarme,

pero no encontré la paz

por su incesante oleaje.

 

Luego me fui a la montaña

poblada de pajaritos …

Tampoco pude encontrarla

por sus cantos y sus trinos.

 

Probé en un prado lejano,

pero había muchos grillos.

Y luego en un parque urbano,

pero se llenó de niños.

 

Al quedarme sin opciones,

al fin tapé mis oídos

con dos enormes tapones …

¡y me he quedado en mi piso!

 

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© Manuel de Churruca y García de Fuentes