VEINTE AÑOS
… y ya han pasado veinte años,
y los dos enamorados
de nuevo se han encontrado,
reviviendo su pasado.
Más maduros son sus cuerpos
pero iguales sus dos almas,
que a pesar de tanto tiempo
seguían encadenadas.
Se dieron un largo abrazo,
tan profundo como intenso,
como apretar con las manos
el infinito universo.
Fueron dos almas gemelas
que laten en sintonía,
como dos viejas guitarras
que el mismo maestro afina.
Nerviosos con el placer
de su soñado regreso,
les parece que fue ayer
que murió su último beso.
De pronto se atropellaron
casi un millón de recuerdos,
el presente y el pasado,
las fantasías y sueños.
Él nunca pudo olvidar
el limpio azul de sus ojos,
y hasta el sabor que al besar
dejaban sus labios rojos.
¿Cómo es que en un solo instante
se recuperan veinte años?
¿Cómo un incendio renace
con un carbón olvidado?
Un beso trajo otro beso,
tras cien besos, mil caricias,
y de tanto amar sus cuerpos
el Amor les tuvo envidia.
Dos cuerpos casi abrasados
con el fuego de su amor,
respirando acompasados,
consumidos de pasión.
El viejo amor renacía
del recuerdo y de la nada,
como brota la poesía
desde el fondo de nuestra alma.
La ausencia como un abismo
y al final el reencuentro,
como si al fin de un castigo
despertaras en el cielo.
No hace falta que palabras
desnuden sus corazones,
pues son los ojos los que hablan
y los otros les responden.
Sus caminos avanzaron
por dos senderos distintos,
y de nuevo se han cruzado
tras muchos años de olvido.
En el cruce de caminos
hoy se alza un monumento
a un amor que ha renacido …
¡porque nunca estuvo muerto!
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© Manuel de Churruca y García de Fuentes