VERDE
Yo canto al verde trigal
y a los olivares verdes,
no a la langosta voraz
ni al verde de la serpiente.
Yo canto al viejo encinar
y al verdor de los pinares,
nunca al verde militar
ni al caqui ni al camuflaje.
Yo canto al verde del mar,
de los ríos caudalosos,
y no al verdoso enfermar
de los hombres envidiosos.
Canto a tu verde mirar,
con ojos como esmeraldas,
que cuando brillando están ...
¡su verde se hace esperanza!
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© Manuel de Churruca y García de Fuentes