VERSOS DE UN JUSTICIADO
DESENCANTADO
Mi hija me preguntaba
por qué los jueces se adornan
con las puñetas bordadas
en las mangas de sus togas.
La corrupción es tan grande,
tan mal están los juzgados,
que será por que se enganchen
y así “no metan la mano”.
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Dios nos libre en esta vida
de magistrados y jueces,
pues casi todos los días
una injusticia cometen.
Tan lentas las diligencias
y con errores tan crasos,
que por eso a sus sentencias
las denominamos “fallos”.
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Reconozco que los jueces
tienen ingrata labor,
el que gana es por su suerte
y el que pierde es sin razón.
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© Manuel de Churruca y García de Fuentes