ADIÓS AL VELLO
Un anuncio prometía:
“Adiós para siempre al vello”,
y yo, coqueto, quería
depilarme todo el cuerpo.
Así que acudí enseguida
a la clínica anunciante,
con voluntad decidida
de todo el vello quitarme.
Tumbado en una camilla
comenzaron las sesiones
de emplastos y de cremitas,
de rayos y de tirones.
Quedé como una bombilla,
mas todo desfigurado,
y en el cuerpo me salían
inflamaciones y granos.
Mis amigos se reían
al notar mi desconcierto
y con escarnio decían:
“¡Adiós para siempre al bello!”
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© Manuel de Churruca y García de Fuentes