CUARTETAS A MI GEMELO
(17 de agosto de 2.010,
nuestro L cumpleaños)
El recién pasado siglo,
como también su milenio,
han sido los distinguidos
por especial nacimiento.
Fueron dos niños robustos,
a cual más gracioso y bello,
que a fuerza de nacer juntos
son llamados “los gemelos”.
Muchos nos han preguntado
si en verdad somos gemelos
o tú eres un adoptado,
recogido como nuestro.
Yo respondo que mellizos
nacidos de cuatro huevos,
de óvulos bivitelinos
y de los huevos paternos.
De iguales padres dos niños
completamente diversos,
uno con cara de pillo,
otro con cara de bueno.
Uno atendió a “don Manuel”,
nombre de padre y abuelo,
blanco cuerpo esparragado
y un largo y rubio cabello.
Al otro “Félix” llamaron,
con un cuerpo muy moreno
y su cabeza enredando
un montón de rizos negros,
con más labia y con más arte
que tiene un gitano bueno,
con un corazón tan grande
que no le cabe en el pecho.
Teniendo que mamar dos
ambos tuvimos lo nuestro,
que por eso Dios creó
a las madres con dos senos.
Igualmente por ser dos
y yendo al mismo colegio,
nadie nunca nos pegó
en los revueltos recreos.
Los dos éramos legión
con impecable concierto,
si iba el uno, éramos dos,
y ambos por el mismo precio.
Compartimos el pupitre
y un solo libro en el medio,
mientras él pintaba caras
yo se lo estaba leyendo.
Un día de mucho sol
te cogiste el primer “pedo”,
chupando medio porrón
de sifón y vino fresco,
con tan solo seis añitos,
y tu madre, sin consuelo,
“mi niño ya se ha perdido”,
repetía a los abuelos.
A la dulce y bella Sara
le juraste amor eterno
en el portal de su casa
en aquel helado invierno,
mientras yo me congelaba
entre la nieve y el hielo
de esa calle vitoriana
que aún recuerda aquel suceso.
Luego en la universidad
te aprovechó mucho el tiempo,
llegabas siempre puntual
al comienzo del recreo.
En el mus compenetrados
como pareja de juego
y en muchos campeonatos
nos quedamos los primeros.
Nos repartimos muy bien
ir a clase y ligoteos.
A mí me diste el papel
de estudiar con mucho empeño
mientras que tú organizabas
las fiestas y devaneos,
para después al final,
con el examen en medio,
compartir la gran copiada,
Félix al lado derecho
y Soledad, cuando estaba,
también en el lado izquierdo.
Una pena que después
no pudiéramos hacerlo …
Habrías podido ser
notario con nulo esfuerzo.
Aunque tampoco hizo falta
pues has llegado más lejos
y tienes muy buena fama
por tu trabajo y salero.
Luego las bodas, los hijos,
nuestros caminos siguieron,
hasta llegar este día
en que cumplimos un ciento.
Ojalá otra vez, unidos,
los dos a otros cien lleguemos,
y con los mismos amigos
otra fiesta celebremos.
Y tras el último viaje
nos reunamos de nuevo,
siendo los más populares
de los gemelos del cielo.
Quizás esta poesía
me sirva como pretexto
para expresar este día
las cosas que estoy sintiendo.
Siempre hemos estado unidos
desde que éramos pequeños,
fuiste mi mejor amigo
y mi mejor compañero.
Ahora pasan largos meses
y nunca podemos vernos,
pero al reunirnos siempre
es feliz el reencuentro.
No nos hace falta hablar,
tú sabes lo que yo pienso,
y, si te da por pensar,
yo también te cazo al vuelo.
Me gustaría pasar
contigo mucho más tiempo.
Me tengo que conformar
siempre con breves momentos.
Suerte tienen tus amigos
de trabajo, moto o juegos,
que están más tiempo contigo
que yo en medio siglo entero.
Tengo la fibra sensible,
creo que voy para viejo,
pero he querido decirte
cosas que oculto por dentro.
No me he vuelto mariquita,
tan sólo te soy sincero,
por eso digo: “Te quiero,
tú eres … mi mejor gemelo”.
Postdata:
Perdona que no te lea
este puñado de versos,
pero mi voz se me quiebra
y lloro … cuando los leo.
-----oooOooo-----
© Manuel de Churruca y García de Fuentes