EL CRUASÁN
¿Por qué siempre me sucede.
si desayuno en el bar,
que lo miro y me parece
que es un pollo mi cruasán?
Tan dorado y tan crujiente
lo observo quieto en mi plato,
todavía está caliente,
del horno recién sacado.
Como de algún cuento el ogro
le arranco sus dos patitas
y noto, cuando las como,
que están secas y duritas.
Luego llego hasta su cuerpo,
que en realidad es pechuga,
porque es muy blando y muy tierno
bajo esa costra más dura.
Uso siempre mis dos manos
para hacer la disección,
como lo hace un cirujano
experto en la operación.
El pollo al fin alzó el vuelo
y quedan solo en el plato
pedazos de piel dispersos
que se han descascarillado.
Sea gallináceo o bollo
lo que yo desayuné,
ya sea cruasán o pollo …
¡se disuelve en el café!
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© Manuel de Churruca y García de Fuentes