LA FLOR MAS BELLA
Yo recorrí los caminos
buscando la flor más bella,
la margarita o el lirio,
el clavel o la azucena.
En el último confín
de una región olvidada
encontré un rico jardín
con las flores más extrañas,
como yo nunca las vi,
como nunca imaginaba,
como un precioso tapiz
que todo el suelo alfombraba.
Se alternaban los colores
tejiendo miles de formas,
se mezclaban sus olores
con exquisitos aromas.
Pensé que tanta belleza
sólo podía brotar
de una joven jardinera
de hermosura sin igual …
De unas manos delicadas,
pequeñas, blancas y puras,
que con primor contagiaban
su frescor y su dulzura.
Mas quedé sobrecogido
cuando pude comprobar
que de aquel vergel florido
era dueña, en realidad,
una vieja torva y fea,
de paso corto y cansado,
con sombrero en la cabeza
tapando un rostro arrugado.
Sus cuidados prodigaba
entre las flores paseando,
tiernas caricias les daba
con sus dos huesudas manos.
Figura humana grotesca
en medio de aquel edén,
que ni siquiera recuerda
que fue una joven mujer.
Moraleja:
Las obras de cada uno
nos muestran su condición,
son el reflejo más puro
de su belleza interior.
Feas manos con amor
pueden crear cosas bellas,
desde la más bella flor
hasta las obras maestras.
Lo importante, como siempre,
es la belleza del alma …
¡con un corazón alegre
y una brillante mirada!
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© Manuel de Churruca y García de Fuentes