LA GUITARRA ESPAÑOLA
El árbol se hizo madera
y la madera sonidos
y sus ecos reverberan
por el espacio infinito.
Mujer de grandes caderas
y de cintura espigada,
cuando los hombres la estrechan
la abrazan como a su amada
Preñada de melodías,
de músicas y de sones …
¿cómo en su caja vacía
se encuentran tantas canciones?
En medio de su cintura
un ombligo gigantesco,
redondo como una luna
que ha traspasado el tablero.
Como un ojo solitario
que está vacío y te observa,
como el hueco desdentado
de una boca siempre abierta.
Tiene dorada la piel
como la arena mojada,
como una bella mujer
que se broncea en la playa.
Brillando a la luz del sol
como lo hace un charco de agua,
cegando con su fulgor
las deslumbradas miradas.
Luz y sombra, noche y día,
su piel y su corazón,
el sol cuando la ilumina
y la luna en su interior.
La madera la hizo el bosque,
la guitarra. el artesano,
y el maestro hace canciones
con la magia de sus manos.
Cada artista tocador
le da un pedazo de su alma,
su duende, su inspiración,
su forma de acariciarla.
Guitarra que escucha atenta
las tristezas y las dichas,
que llora al sentir las penas
y canta las alegrías.
Y luego tiene mil ritmos
para acompañar el llanto,
para alegrarse contigo
o consolar los fracasos.
Su caja semeja el casco
de las naves marineras,
su mástil, como el de un barco,
con cabos, pero sin velas.
Ella flota a la deriva
con su caja de madera
sobre este mar de la vida
amarrada con seis cuerdas.
Todo quedará en silencio
cuando muera la guitarra,
sólo se oirá el eco eterno …
¡de una música olvidada!
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© Manuel de Churruca y García de Fuentes