LA HAMBRUNA
"Señor, ¿cuándo te vimos hambriento
y te dimos de comer? "
(Maleo 23,37)
Ya no puedo más callarme,
mis labios ya no se aguantan
y me escupen estas frases
que en mi conciencia se clavan.
Porque veo la injusticia
de este hambre que a nadie alarma,
tanto clamor de barrigas
y tantas bocas calladas.
Tanto reproche escondido
en amansadas miradas
que luchan contra el olvido
de nuestra alma aletargada.
Tantas abiertas heridas
que en silencio se desangran
y con su sangre nos gritan
su pena y desesperanza.
Tantos niños que nos miran
como si fueran fantasmas,
que no conocen ni la ira
porque su vigor no alcanza.
Y yo lloro en esta tinta
de esta cuartilla tan blanca ...
aunque es dolor de otras vidas
y tristeza de otras almas.
Hasta mi propia comida
se atraganta en mi garganta
si imagino que la mía
es la que a otros les falta.
Todos nosotros saciamos
hasta los perros de casa,
pero a los hombres negamos
hasta las mismas migajas.
Yo quisiera que la gente
nunca mas hambre pasara,
que ese espantoso jinete
ya nunca más galopara.
Pieles de tambor oscuras
sobre las panzas hinchadas
y ojos grandes como lunas
que nuestra culpa señalan.
Los insectos ya posados
en sus indefensas caras
y los buitres esperando
su ración de carne humana.
Gentes que ya sólo esperan
una muerte resignada
porque ya no tienen fuerza ...
como un candil que se apaga.
Hasta con vergüenza escribo
esta poesía vana
que es sólo un grano de trigo
en una troja agotada.
De mis dedos broten bosques,
cultivos de mis espaldas,
plantaciones de mi pelo
y sembrados de mi cara.
Quisiera explotarme en mieses,
desgranarme en mil cosechas
para poder de esta suerte
saciar las bocas hambrientas.
Mas luego llega la noche
sin que hayamos hecho nada
y prosigue la hecatombe
cada nueva madrugada ...
Cuando nuestras propias obras
se pongan en la balanza,
nos han de pesar las sobras
de nuestra diaria pitanza.
Cristo remedió nuestra hambre
como víctima inmolada
y nos dio su propia carne
en la Hostia consagrada.
¡Dios mío, dame la furia
de la indignación más alta
y que no se olvide nunca
lo que gritan mis palabras!
---oooOooo---
© Manuel de Churruca y García de Fuentes
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