MIEDOS INFANTILES
Cuando era pequeño
me daba a mí miedo
todo, todo, todo …
El lobo,
los ogros,
lo negro …
¡Qué susto
lo oscuro,
lo viejo,
lo feo …
En este momento
ya me asusto menos,
pero más me acerco
a lo que asustaba,
lo que no gustaba,
lo viejo,
lo feo …
Lo que tú temías
vas siéndolo tú,
pues después del día
va faltando luz,
es la edad sombría
de la senectud.
Es la parte oscura
de noche sin luna
que ahora lo eres tú,
igual que un espectro
por detrás de un tul
o el vago reflejo
de una sombra azul.
Yo me fundo en las tinieblas,
me reconcilio con ellas,
la silenciosa tristeza,
la soledad compañera …
Y yo ahora les digo
lo mismo que oía:
- “Ven, no corras, niño,
dame tu manita
gorda y sonrosada,
que no pasa nada.
Y ya más cerca del fin,
después de tanto vivir …
¿alguien se asusta de sí?
Ya solo asusta … el morir.
Y acabando este relato
reconozco con disgusto:
Yo antes era el asustado …
¡y ahora solo soy el susto!
-----oooOooo-----
© Manuel de Churruca y García de Fuentes