RIO SECO
La sequía persistente
ha agostado los terrenos,
ha secado los afluentes,
ha perdido los esteros.
El río que antes cortaba
con su curso los caminos
hoy ya no sale en los mapas,
su nombre ya se ha perdido.
Camino estéril y seco
que entre cerros serpentea
esquivando los oteros,
dando vueltas y más vueltas.
En su tiempo fue un espejo
que la imagen reflejaba
de muchos hombres sedientos
y animales que abrevaban.
Hoy el cauce está vacío
que las aguas condujeron,
lenta corriente en estío
y crecidas en invierno.
Un viejo puente de piedra
lo salta sólo en un arco,
aunque ya no lo atraviesan
desde hace ya muchos años
porque su cauce se pasa
andando en cualquier lugar,
sólo es una línea blanca
que siempre puedes cruzar.
Antes remanso de peces,
de ranas y renacuajos
y hoy sólo nido de sierpes,
escorpiones y lagartos.
Ayer aguas cristalinas
que río abajo corrían,
hoy secos polvos y arcillas
que los vientos remolinan.
Senda que corre incesante
sembrada de piedras calvas,
pequeñas, gordas, brillantes,
que van rodando cuando andas.
Cantos que el río esculpiera
de tanto chocarse entre ellos,
piedras sueltas traicioneras
que derriban los viajeros.
Calzada de piedras blancas,
solo y desierto camino,
carretera abandonada,
viejo rastro blanquecino.
Vena que no tiene sangre,
arteria de un cuerpo muerto,
caz que las hierbas invaden,
torrentera en el desierto.
El sol quema la vereda
que su curso dibujaba
como serpiente de piedra
que sortea las montañas.
Los barros, limos y lodos
asentados en su lecho
son hoy sólo secos polvos
de un río muerto y reseco.
Nacía en un manantial,
allá en los altos veneros,
y crecía sin parar
con arroyos y riachuelos.
Antaño llegó hasta el mar
mas hoy ya no tiene vida
y sólo puede llegar
adonde alcanza la vista.
Un barquito de papel
he puesto en medio del río,
como un símbolo de fe,
como un tributo divino.
Moraleja:
Procura tú que tu vida
no sea cual río seco
y llenarla de agua viva
para aliviar los sedientos.
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© Manuel de Churruca y García de Fuentes