REFLEXIÓN
SOBRE EL TAMAÑO
DE LAS MOSCAS
Por ser pequeñas dar gracias,
que no se os ve bien el cuerpo,
pues si se os viera a otra escala
saldrían todos corriendo.
No estaríais en las casas
molestando el día entero,
de las cacas a las viandas,
de nuestra calva al estiércol.
Transparentes vuestras alas,
abdomen lleno de pelos,
unas raquíticas patas
y unos ojos que dan miedo.
Si vuestro cuerpo abultara
lo mismo que abulta un perro
ya os habrían dado caza
por la tierra y por el cielo.
Imaginad que en la cama
se posara, entre los sueños,
una mosca agigantada
de doce kilos de peso.
A nadie en verdad agrada
el ver un cuerpo tan feo
si lo vemos cara a cara
con muchas lupas de aumento.
Vosotras, moscas enanas,
que sólo sois puntos negros,
permanecer ocultadas
en tamaño de pigmeo,
huyendo, siempre asustadas,
que nadie pueda bien veros,
porque al fin es lo que os salva
de un holocausto muy cierto.
Algunos textos nos hablan
que son bichos del infierno
que a Lucifer acompañan
cual corona entre sus cuernos.
Y esto, quizás, nos señala
que lo malo y que lo horrendo
permite Dios que nos haga
solo un limitado efecto.
Que bebamos las desgracias
tan solo en sorbos pequeños …
¡que podamos superarlas
con nuestra fe y nuestro esfuerzo!
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© Manuel de Churruca y García de Fuentes