AQUELLA TARDE AL DECIRLE
Aquella tarde, al decirle
que me alejaba del pueblo,
me miró triste, muy triste,
vagamente sonriendo.
Me dijo: - “¿Por qué te vas?”
Le dije: - “Porque el silencio
de estos valles me amortaja
como si estuviera muerto.”
-¿Por qué te vas?- He sentido
que quiere gritar mi pecho
y en estos valles callados
voy a gritar y no puedo.
Y me dijo: - “¿Adónde vas?”
Y le dije: - “A donde el cielo
esté más alto y no brillen
sobre mí tantos luceros.”
La pobre hundió su mirada
allá en los valles desiertos
y se quedó muda y triste,
vagamente sonriendo.
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