¡SOLO!
Malo, muy malo yo estaba
cuando se fue aquel invierno …;
no sé de qué, pero el caso
es que mis dichas murieron;
y me llevaron al campo
a respirar aires buenos …
………………………………….
La primavera reía,
reía en e] hielo espléndido,
reía en los verdes prados
de amarillas flores llenos …
con sus besos febricientes
inflamaba el sol de fuego
el alma de la Natura
en amores y en deseos …
Y yo sentía nostalgia
de un algo ignoto y sereno,
y mi corazón lloraba,
y sentía que mi pecho
estaba helado y vacío,
sin ansias y sin recuerdos …
Yo estaba malo, muy malo
cuando murió aquel invierno …
Con la alegría del campo
no se curó mi alegría …
y todo, todo cantaba
un himno blanco a la Risa;
¡el mundo entero gozaba!
¡tan sólo mi alma sufría!
En lo alto de la montaña,
sobre alfombra esmeraldina,
como un ósculo de nieve,
estaba la blanca ermita
que el sol de sangre besaba
cuando en Ocaso moría …;
y dentro de ella la Virgen,
la Virgen pobre y bonita,
con los labios entreabiertos
en una triste sonrisa …;
la patrona de la aldea,
que se parece a mi niña,
con su carita morena,
con sus rosadas mejillas,
con sus ojos melancólicos
y su pura frente altiva …;
¡y yo adoraba a la Virgen!
¡se parecía a mi niña …!
y en mis horas de tristeza
me encaminaba a la ermita,
y le rezaba a la Virgen
¡y la Virgen sonreía …!
Después …, una tarde hermosa,
al bajar el Sol del cielo,
se llevaron a la Virgen;
¡era la fiesta del pueblo!
Hombres, mujeres y niños
hasta la ermita subieron,
todos llenos de alegría,
todos felices, contentos …
Ya el Sol se hundía en Ocaso …;
a sus últimos reflejos
salió de la ermita blanca
la Virgen …; hubo un momento
de majestad infinita …;
reinó un profundo silencio …;
el campo calló …; tan solo
sonaban allá a lo lejos
el clamor de las campanas
que cantaban en el pueblo,
las esquilas del rebaño
y el ladrido de los perros …
¡Qué majestad! El Sol de oro
enviaba su postrer beso
bañando a la Virgen pura
en aureolas de fuego …
Yo miraba suspirando,
desde lejos, desde lejos,
cómo se iba mi Virgen …;
estalló en llanto mi pecho,
y en la brisa, de la tarde
mandé a la Virgen un beso …
Y se perdió poco a poco
en el confuso sendero
que va a aldea risueña.
El Sol estaba ya muerto …;
allá en Oriente, la Luna
se elevaba sobre el cielo,
como una lágrima santa
entre espirales de incienso …;
cayó la tarde …; en el fondo
verdoso del firmamento,
despertaban las estrellas
con titilar somnoliento …
……………………………..
Y yo volví a la cabaña
solo, en negro desconsuelo,
derramando ardientes lágrimas
de mi corazón sangriento …
…………………………………
… Y despertó el otro día …
A mis oídos llegaban
el alboroto del pueblo,
los cantos de las campanas …;
¡el mundo entero reía!
¡tan solo mí alma lloraba!
……………………………………
… Y llegó otra vez la tarde,
y volvieron a mi alma
brumosas melancolías,
desesperantes nostalgias …;
al pasar, la fresca brisa
en la frente me besaba,
prestándome un dulce alivio …
y cantaban las campanas,
y mis ojos se perdían
tras de la sierra lejana,
y triste, mí pensamiento
batía sus grandes alas,
abismándose en las nieblas
de insondables lontananzas …
¡Ay! Me quedé solo, solo,
sin consuelos ni esperanzas …;
¡solo con mis sufrimientos,
bebiendo mis rojas lágrimas …!
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