RESIGNACIÓN
Por eso, Dios y Señor,
porque por amor me hieres,
porque con inmenso amor
pruebas con mayor dolor
a las almas que más quieres.
Porque sufrir es curar
las llagas del corazón,
porque sé que me has de dar
consuelo y resignación
a medida del pesar.
Por tu bondad y tu amor,
porque lo mandas y quieres,
porque es tuyo mi dolor ...
¡bendita sea, Señor,
la mano con que me hieres!
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