EL RATONCITO PÉREZ

 

Ratoncito, ratoncito,

de la familia de Pérez,

que vives en un castillo

hecho con dientes de leche.

 

Blanco y radiante castillo

construido con los dientes.

También estarán los míos,

tapados por los siguientes.

 

Ese castillo parece

que es de perlas y de nácar,

que brilla más que la nieve,

más que la luna de plata.

 

Ratoncito, ratoncito,

que te llevaste mis dientes,

cambiándolos por anillos,

por monedas y juguetes.

 

Un día no había nada

y yo me puse a llorar,

pero detrás de la cama

mi padre empezó a buscar,

 

logró encontrar mi billete,

que había caído al suelo,

y me abrazó tiernamente ...

¡se acabó mi desconsuelo!

 

Nadie sabe quién le avisa

ni quién le abre nuestra puerta,

pero se lleva deprisa

todos los dientes y muelas.

 

Él siempre a oscuras trabaja

y sin meter ningún ruido,

muy quedo siempre se arrastra ...

¡que no despierten los niños!

 

Ellos colocan su diente

solitario en la mesilla,

para que pronto lo encuentre

antes que amanezca el día.

 

La noche del ratoncito

les cuesta mucho dormir,

nerviosos están los niños

pensando que ha de venir.

 

Se despiertan muy temprano

con ilusión y alegría,

por ver qué les ha dejado,

por ver qué hay en la mesilla.

 

Y les gusta muchas veces

y otras veces decepción,

que su padre les advierte:

- "No siempre acierta el ratón".

 

Y al fin, Pérez, yo te digo:

- "Si a ti se te cae un diente,

ratoncito, ratoncito,

¿quién te pone los juguetes?"

 

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 © Manuel de Churruca y García de Fuentes